Vacío

Total: 0,00 €

Noticias



La guerra de un padre coraje

11/06/2012

Un marine muere en Afganistán en circunstancias oscuras después de haber visto algo que no debía conocer.


Compartir

www.elcarteldebagram.com/index.php/libro/difusion-en-medios.html

Los katyusha pasan a la velocidad de un rayo por encima de su cabeza y van a dar directamente al techo del depósito de suministros. La explosión obliga a John primero a agacharse y después a meterse debajo de un Humvee. Su cabeza parece reventar por una mezcla de miedo, confusión, ruido y olor nauseabundo. El polvo se mezcla con el vapor de la gasolina barata. Uno, dos, tres. Fuuuuummm. Cuatro, cinco, seis. Brooouuuumm. Los misiles van pegando uno a uno contra la estructura de metal. La explosión deja un humo verde. Las chapas saltan para todos lados. Los guardias del portón de entrada a la base toman posición de inmediato pero no saben a qué disparar.

La sirena de alarma suena con cierta disfonía. Entra en los oídos como el chirrido del acero. Otros soldados corren de un lugar para otro. Una ametralladora pesada ubicada en una torreta a unos diez metros de altura comienza a disparar. Tacatetacatacatetaca.
Y los guardias la siguen con sus M-16. Recién en ese momento, John logra ver una columna de humo negro que aparece por detrás de la colina de Mahigit, probablemente a un kilómetro o dos de distancia. Los disparos ahora son dirigidos hacia ese lugar. También son inútiles, en general los talibanes montan los pequeños misiles chinos en una lanzadera y escapan.
Lo hacen muy frecuentemente. Hace dos semanas la lanzadera estaba arriba de un pequeño carro tirado por un burrito. La combustión de la salida de los katyusha prendió fuego a la cola del animal que comenzó a correr y los misiles se dispararon para cualquier lado. Murieron tres afganos inocentes que pasaban por allí de regreso de su trabajo en el campo, entre ellos una niña de once años.